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Percepción y construcción estética del mundo (página 2)



Partes: 1, 2

La determinación de objetos a la que se refiere Goodman
se realiza por medio de símbolos o "etiquetas", en este caso, por
medio de la pintura que
"simboliza" o "etiqueta" lo que ella misma representa. Por eso
Goodman dice a continuación de la primera cita: "El objeto
y sus aspectos dependen de una organización; y las etiquetas de todo tipo
son herramientas
para la
organización. [Nuevo párrafo]4 La representación y la
descripción, pues, implican
organización." (LA 32) Y pocas líneas abajo podemos
leer: "gracias a cómo clasifica ,una representación
o una descripción puede hacer o marcar conexiones,
analizar objetos y organizar el mundo". (LA 32) Nótese la
idea básica: el clasificar equivale a "organizar el
mundo". Antes de continuar, queremos resaltar
explícitamente el tratamiento homogéneo que Goodman
hace de la representación específicamente
pictórica y de la descripción verbal en las citas
anteriores. Esto se debe a que, como Goodman lo establece
explícitamente ya desde el inicio mismo del texto que nos
ocupa, su teoría
parte de"(…) subsumir la representación y la
descripción bajo la denotación". (LA 42s., 5) Sin
discutir aquí este problema, dejemos asentado que se trata
de una fuerte tendencia goodmaniana a la reducción
verbalista de los contenidos visuales.5

Antes de pasar a los problemas de
fondo, queremos precisar un poco la presentación del
modelo de
pensamiento
goodmaniano, para lo que nos servirán otros dos pasajes
igualmente explícitos: "Ambos, el dibujo y la
descripción participan en la formación y la
caracterización del mundo; y actúan una sobre la
otra y con la percepción
y el
conocimiento". (LA 40) De acuerdo con esto, resulta lógica
la manera en la que Goodman concluye el libro que
hemos venido citando: "Mi objetivo ha
sido el de dar algunos pasos hacia el estudio sistemático
de los símbolos y las maneras en las que funcionan en
nuestra percepción y en nuestras acciones, en
las artes y en las ciencias, por
tanto, en la creación y comprensión de nuestros
mundos". (LA 265) Nótese el plural, ya que no se trata de
un mundo humano sino de mundos particulares.

Las referencias a la percepción (y al conocimiento o
la comprensión) en las dos últimas citas no son
casuales y, por lo demás, nos resultan muy convenientes.
Con ello Goodman se sitúa claramente en una
tradición muy amplia, con muchos representantes partiendo
de G. Herder y W. von Humboldt, pasando por el romanticismo
alemán, y cuya tesis
principal podríamos formular diciendo que "vemos lo que
sabemos", es decir lo que nos está dictado por una
experiencia acumulada, la cual tendría su modo de
articulación en el lenguaje, y
por tanto estaría basada en él. Esto último
es también una versión de la famosa sugerencia del
lingüista y antropólogo norteamericano Edward Sapir
(1884-1939) en el sentido de que percibimos el mundo
principalmente a través del lenguaje.
Explícitamente Sapir dice que "[el] "mundo real"
está, en gran medida, construido inconscientemente sobre
la base de los hábitos lingüísticos del
grupo". La
referencia a Sapir se impone de suyo por la idea común con
Goodman de la "construcción" simbólica de "mundo".
En términos un poco más convencionales suele
hablarse de la hipótesis Sapir-Whorf, incluyendo las ideas
del lingüista norteamericano Benjamin Lee Whorf (1897-1941),
quien, familiarizado con el trabajo de
Sapir, postuló que el lenguaje influye en el pensamiento y
el conocimiento, por lo que la hipótesis consiste en decir
que el lenguaje tiende a condicionar las maneras en las cuales el
hablante piensa y que, por tanto, las estructuras de
los diferentes lenguajes llevan a los hablantes a "ver" el mundo
de diferentes maneras. Todo esto es muy discutido, pero baste
aquí con señalar que Goodman generaliza la idea
pasando de los lenguajes a los "sistemas
simbólicos" de todo tipo, lo que incluiría entonces
a las obras de arte en general,
no sólo a las pictóricas.

El centro de nuestras consideraciones está dado, sin
embargo, por el problema del conocimiento que supuestamente
rendiría la obra de arte en tanto tal, es decir, en la
experiencia estética misma y no mediante una
reflexión posterior a ella o sobre ella. Veamos
cómo plantea Goodman esta idea. Él dice, por
ejemplo: "La representación o la descripción son
aptas, efectivas, iluminadoras, sutiles, intrigantes, en la
medida en la que el artista o escritor capta relaciones nuevas y
significantes, y diseña los medios para
hacerlas manifiestas". (LA 32s.) Estos "medios" no son, a pesar
del uso del plural, otra cosa más que clasificaciones
mediante etiquetas de diferentes tipos, según vimos
arriba. Por eso, unas líneas más abajo podemos
leer: "El resaltar elementos o clases nuevos o familiares
mediante etiquetas de nuevo tipo o con nuevas combinaciones de
las viejas etiquetas, puede proporcionarnos una nueva
comprensión". (LA 32s.) Refiriéndose a una pintura
(en general) Goodman dice que ésta "puede revelar
semejanzas y diferencias antes negadas, forzar asociaciones
inusuales y, en alguna medida, rehacer nuestro mundo" (LA 33), es
decir, la pintura proporciona una contribución genuina al
conocimiento –como en el caso de un experimento crucial".
(LA 33) Lo mismo vale por supuesto, mutatis mutandi, para
cualquier otra obra de arte, dado que, según el modelo de
pensamiento goodmaniano, toda obra de arte pertenece a un
sistema
simbólico. Con esto tenemos elementos para considerar
aquel "conocimiento" que postuladamente produciría la obra
de arte.

Dado que el movimiento
teórico inicial y básico efectuado por Goodman
consiste en "subsumir" la representación bajo la
denotación, resulta justificado que busquemos hacernos una
idea concreta del modelo goodmaniano en el caso de las
descripciones o de la denotación.6 El caso en el que
Goodman se acerca más a una versión concreta de su
modelo es el de la metáfora comprendida como el nivel
elemental de una descripción de carácter poético. Siguiendo la
definición de la metáfora tradicional desde
Aristóteles en el sentido de una
transferencia, Goodman reformula esto en términos de una
transferencia en la función
denotativa de un término, tal como la encontramos en
expresiones del tipo "pájaro de acero" para
referirse a un avión, o bien en "león" para
referirse a un hombre
valiente. Éstos son ejemplos en los que una "etiqueta"
"denota metafóricamente" un objeto. (LA 92)7

Aquí no necesitamos discutir la calidad
poética de tales metáforas, lo importante es la
idea de la "reorganización" de los objetos mediante la
reclasificaciones de este tipo, las cuales en principio pueden
ser "aptas, efectivas, iluminadoras, sutiles, intrigantes". Y
según Goodman lo son en la medida en la que mediante ellas
aquel que las introduce "capta relaciones nuevas y significantes"
y puede "hacerlas manifiestas." El "manifestar" no consiste
aquí en nada más que en "(.) revelar semejanzas y
diferencias antes negadas, forzar asociaciones inusuales y, [por
ello] en alguna medida, rehacer nuestro mundo", según
hemos citado arriba, y todo esto mediante el sólo recurso
de la (re)clasificación.

Detengámonos antes que nada en la idea de "organizar el
mundo" mediante la "clasificación" o "análisis de objetos". Tratemos de hacer
fuerte esta idea de Goodman. Para ello piénsese en lo que
es una taxonomía,
por ejemplo en el sentido más directo de esta palabra, es
decir, una taxonomía biológica. Sigamos para ello,
por ejemplo, la exposición
de Eleanor Rosch en su importante trabajo
Principles of Categorization. Se puede definir una
"categoría" como el total de los elementos de una clase de
objetos determinados. Las "clases" o "categorías" de
objetos implican una cierta estructura
horizontal, precisamente en clases separadas de una manera
relativamente nítida, por ejemplo, perros, gatos,
patos, pájaros, monos, etcétera. Un estrato
horizontal tal como el mencionado puede identificarse con un
nivel homogéneo de abstracción. Pero también
hay una estructura vertical. Partiendo de un estrato o nivel como
el anterior, se puede avanzar hacia una abstracción mayor,
y entonces, por ejemplo, los gatos y los tigres quedarán
agrupados (Goodman: "organizados") como felinos, los patos y los
pájaros como aves, etc.,
avanzando en el nivel de abstracción, felinos y aves
quedarán agrupados como vertebrados, etcétera. Por
supuesto, también se puede descender en el nivel
abstracción y pasar, por ejemplo, de los pájaros a
los petirrojos, los gorriones, etcétera.

Ahora bien, todo lo anterior es elemental, lo interesante es
que Rosch parte de la hipótesis con mucha evidencia
empírica a su favor, de que en toda taxonomía hay
lo que ella llama "objetos básicos", los cuales,
correspondientemente, están agrupados (Goodman:
"organizados") en "categorías básicas". En el
ejemplo de la taxonomía arriba esbozada, el nivel del que
partimos –gatos, perros, patos, pájaros, monos, etc.
–correspondería precisamente a tal nivel de "objetos
básicos". Es decir, por razones estructurales de la
percepción de formas8 queda descartado que la
mayoría de personas en una cultura, o una
mayoría de culturas, empezara por distinguir, por ejemplo,
no entre perros y gatos, sino entre especies de perros y especies
de gatos para, después, apenas en un nivel de
abstracción superior –que ya no sería el
básico– distinguir entre perros y gatos.

Rosch basó sus resultados empíricos en una
medida que es llamada "validez del estímulo" (cue
validity). Para definirla9 se toma algún elemento
perceptible (x) de algún objeto, por ejemplo forma,
color, sonido, tener
pelo, tener escamas, etcétera. Se trataría entonces
de averiguar con qué categorías queda asociado
dicho elemento (estímulo). Para una categoría dada
y la validez del estímulo x aumenta cada vez que x se
asocia con dicha categoría y disminuye cada vez que se
asocia con otra categoría. Tómese el caso de "tener
patas".10 Cada vez que esto se asocia con la categoría
"vertebrados" aumenta la validez de este estímulo para
(los elementos de) la categoría, pero, como sabemos,
también los insectos pueden tener patas, por lo que cada
vez que el tener patas se asocia con los insectos, se reduce la
validez del estimulo en el caso de la categoría
"vertebrados". Obviamente, estímulos que se asocian con
mucha frecuencia con una categoría y raramente con otras,
tienen una gran validez para la categoría en
cuestión. Piénsese, por ejemplo, en el aullar
respecto de los lobos y, por el contrario, en el poder
sostenerse en dos patas respecto de los cuadrúpedos;
aunque ello es posible, como lo demuestran los animales de
circo, nadie asocia, en el primer intento, tal posición,
por ejemplo, con los elefantes, y tal posición será
más frecuentemente asociada con lo perros que con los
elefantes, por no hablar ya de los rinocerontes.

Por supuesto, el concepto de
taxonomía se puede aplicar también a otros
ámbitos de la realidad distintos a los seres vivientes,
por ejemplo a los artefactos. En este caso cosas tales como
cuchillos, sillas, coches, lápices, etc. parecen ser
"objetos básicos", ya que no será la mayoría
de las personas la que en vez de empezar, por ejemplo, por
cuchillos, empiece "más abajo", por ejemplo, por cuchillos
de carnicero, cebolleros, etc., ni "más arriba", por
ejemplo, por enceres de cocina y artículos de
escritorio.11

En cualquier caso, son posibles diferentes taxonomías
referidas a diferentes ámbitos de la realidad (Goodman:
"dominios"), y cada una tiene una estructura piramidal en la que
partiendo del nivel de los "objetos básicos" la base se
ensancha hacia abajo con el aumento de concreción y se
reduce hacia arriba con el incremento en la abstracción.
Una visualización burda de cualquier taxonomía nos
la podría presentar como gavetero piramidal en la que
muchos cajones pequeños en la parte inferior
quedarán comprendidos en –tendencialmente–
cada vez menos cajones en los niveles superiores. (Este hecho
refleja la mayor inclusividad de las categorías a mayor
grado de abstracción.) Así, por ejemplo, en un
cajón en la base de la pirámide tendríamos a
los chihuahueños individuales, en otro a los pastores
alemán individuales, etc., y estos dos cajones –con
otros más– quedarían incluidos en el
cajón de los perros; a su vez, este cajón
quedaría incluido con el cajón de los gatos
–y con muchos otros más– en el cajón de
los cuadrúpedos; este cajón quedaría
incluido con otros pocos cajones en el cajón de los
vertebrados, etcétera. Tal visualización mediante
cajones o gavetas nos da una buena justificación de la
palabra "organización" utilizada por Goodman: una
taxonomía es una "organización" de (por lo menos
una parte de) la realidad (Goodman: "mundo"), y como esta
organización está estructurada por las
"categorías" o "clases" (los cajones), se desprende la
plausibilidad de la idea de Goodman de que "clasificar" o
"etiquetar" es "organizar". Recuérdese aquí que
Goodman nos dice que "la descripción implica
organización", y describir no es otra cosa que aplicar al
menos una categoría (Goodman: "etiqueta") a un objeto
dado, por ejemplo, esto aquí es de metal, vuela,
etcétera.

Pero la cuestión clave es aquí si la
organización es de re o bien meramente de dicto, es decir,
si depende de las cosas y lo que inocentemente podemos llamar
aquí sus propiedades o sus aspectos, o bien, depende de
los símbolos, es decir de la manera de elegir o formar las
"categorías".12 La respuesta a esta cuestión es
clave para la pretensión goodmaniana de que una
"etiquetación" artística, por ejemplo
metafórica, "hace una contribución efectiva al
conocimiento", es decir, a la determinación de lo que
alguna cosa es.

Pensemos en una "etiquetación" que pueda "revelar
semejanzas antes negadas, forzar asociaciones inusuales". La
metáfora, en tanto transferencia de una denotación
de un dominio a otro,
sería un ejemplo típico de lo que Goodman tiene en
mente. Piénsese por ejemplo en la transferencia del
dominio de los seres vivientes a los artefactos efectuada cuando
nos referimos a un avión llamándolo "ave de acero".
Ciertamente, tal metáfora utiliza "semejanzas antes
negadas", como lo semejante al ave y al avión de poder
volar y tener "alas". Y si partimos de que en efecto, tanto aves
como aviones vuelan, entonces podemos decir ahora que nuestra
reticencia cotidiana a "ver" a los aviones "como" aves, equivale
a negar la semejanza en cuestión. El "ver" a los aviones
como aves equivale a una reclasificación y, por tanto, a
una "nueva organización" del "mundo", ya que ahora los
aviones quedan en un mismo cajón taxonómico con las
aves. Por lo demás, el llamar a los aviones aves de acero
equivale, en el modelo de pensamiento goodmaniano, a verlos como
aves.13 Y si no queremos decir que los aviones se nos revelan
como aves, por lo menos podemos decir que se nos "revela" la
semejanza entre aves y aviones. ¿Se nos revela? ¿Es
que no la conocíamos en lo absoluto? Suponiendo que se
trate de una verdadera "revelación", ¿tiene
ésta realmente el carácter de una
"contribución efectiva al conocimiento"? ¿No
será más bien que sólo gracias a que de
antemano sabemos que tanto aves como aviones pueden volar, se nos
ocurre la transferencia nominativa?14 De acuerdo al propio
planteamiento pragmático de Goodman, ¿qué
sentido tiene decir que con la aplicación de una
denotación metafórica se "(re)hace el mundo", o
bien que se le ve de una manera diferente?

Supongamos que efectivamente un cruce metafórico de
taxonomías (ave de acero) o un cruce al interior de una
misma taxonomía (ese hombre es un león) implica una
"visión" del mundo diferente. Si esto se interpreta en
términos caritativos, entonces no significa más que
por un momento o por cierto periodo de tiempo
abandonamos nuestra orientación cotidiana, práctica
o teórica, en la realidad para sumergirnos –por
así decirlo– en las ciertamente muy humanas y
tremendamente importante regiones de imaginación
poética. Pero no se trata de ningún cambio de lo
que es para nosotros el mundo cotidiano, ni el del conocimiento
científico. Podemos pensar que nuestro mundo total, en
tanto compuesto de –por lo menos– las dimensiones
práctica, teórica y estética (Kant), se ha
enriquecido en una metáfora más, y en este sentido,
nuestro mundo ha quedado reorganizado o reconstruido. Pero, por
todos los cambios que haya en la dimensión estética
de nuestra experiencia, esto no quiere decir, más que en
un sentido muy poco comprometedor, que hemos "construido un
mundo" nuevo. Por ejemplo, ni de manera teórica ni de
manera teórico técnica (Kant) empezamos a
comportarnos respecto de los aviones y de las aves como si fueran
una sola clase de "objetos básicos". Aviones y aves, y los
elementos de cualquier transposición metafórica que
tenga un carácter artístico en sentido estricto,
continuarán siendo tratados como
"objetos básicos" de tipo claramente diferenciado. Y esto
aún suponiendo que podamos hablar en sentido estricto de
la "revelación" de una semejanza entre ambos elementos de
la transferencia. De hecho se trata de la misma situación
que cuando en la actividad meramente descriptiva
–descripción literal y no metafórica–
se incluyen cajones de diferentes niveles de abstracción
en un cajón todavía más alto, por ejemplo,
cuando "dándonos cuenta" de cierta semejanza incluimos a
los perros y a las aves en la clase superior de los vertebrados.
En este caso, dado que, apegándonos a los resultados de
Rosch, por lo menos la mayoría de las culturas
empezaría por agrupar a perros y a aves en cajones
netamente separados, también se estaría "negando"
con esto la semejanza de ser vertebrados. El descubrimiento y por
tanto conocimiento de que los elementos de ambas clases (cajones)
tienen algo en común o semejante entre sí, es, en
este caso, verdaderamente una revelación pero no implica
ninguna metáfora.

Pero ya que estamos en el caso del conocimiento como
descripción literal (de re), podemos preguntarnos
qué hay del uso de las metáforas en las ciencias.
Piénsese en la metáfora del flujo para el magnetismo o para
la electricidad. Lo
que fluye son, ciertamente, líquidos, y si también
pasamos a hablar, por ejemplo, del fluido eléctrico,
aquí hay un tipo especial de metáfora, a saber la
analogía formal o estructural, la cual, en primer lugar,
tiene un carácter heurístico o abductivo, es decir,
que nos sirve para idear un modelo o "teoría". Pero lo
metafórico se agota en la abducción, ya que, en
segundo lugar, precisamente el carácter formal aquí
implicado significa que el término "flujo" no es el nombre
una clase o categoría, en la que de alguna manera tenemos
como subclases a los líquidos y a la electricidad. De
hecho, aquí ya no estamos confrontados con ninguna
metáfora en sentido estricto de la transferencia de
denotaciones. Aunque tomada originalmente en referencia a los
líquidos, ahora la palabra "flujo" a pasado a ser un
término en una teoría formal. En efecto, un modelo
formal de flujo es una teoría estrictamente matemática, tan formal como lo es una de
las llamadas geometrías puras, y lo que induce a
confusión con la metáfora es la connotación
de la palabra flujo. Pero así como en la geometría pura se pueden cambiar los
términos "punto", "recta", "plano" por términos
estrictamente formales tales como "objeto del tipo 1", "objeto
del tipo 2", "objeto del tipo 3", exactamente de la misma manera
podría cambiarse el término "flujo" por otro
meramente formal. Y así como la aplicación de una
geometría pura al espacio físico no
es más que una interpretación semántica –lo mismo que la
aplicación del formalismo "s es P" al caso "el hombre es
mamífero"–, asimismo, la aplicación de un
"modelo de flujo" a los líquidos o la electricidad o al
magnetismo, no es, en cada caso, más que una
interpretación semántica del modelo formal,15 pero
ya no implica en absoluto ninguna metáfora. Y esto
exactamente de la misma manera en la que la aplicación de
una geometría pura al espacio físico tampoco tiene
absolutamente nada que ver con metáfora alguna. A reserva
de un examen más detallado, parece ser que la insistencia
en que las metáforas desempeñan un papel en las
ciencias –más allá del abductivo–,
está originada en una incomprensión del
carácter meramente formal de los modelos de las
ciencias
naturales a pesar de las posibles connotaciones de los
términos que aparecen en dichos modelos.

Ahora podemos volver al problema perceptivo básico.
¿Por qué razón una metáfora como el
llamar ave de acero a un avión no nos lleva a ordenar
realmente a los aviones y los pájaros en la misma
categoría? Los resultados de Rosch indican que se trata de
una situación en la que el estímulo dado (la
propiedad de
volar) tiene una baja validez, ya que aves y aviones tienen pocos
atributos en común –exactamente como en el caso de
la relación que guardan entre sí clases superiores
a las de los objetos básicos, como ocurre con la clase de
los mamíferos y la de los vertebrados. Podemos
pues sugerir que la razón para que la clasificación
metafórica, por novedosa e intrigante que pueda ser, no
influya en la clasificación habitual está en una
cierta estructura de la percepción. Citemos a Rosch: "El
que los objetos básicos sean categorías al nivel de
abstracción que maximiza la validez de estímulo
(…) es otra manera de afirmar que los objetos básicos
son las categorías que mejor reflejan la estructura
correlacional de entorno". (C 192) Es decir, parece que la
tendencia a organizar –categorizar– el mundo a partir
de "objetos básicos" con base en conjuntos de
estímulos correlacionados más que con base en
"asociaciones inusuales", tiene un carácter de re. Es
decir, se trataría de "(…) categorías que
reflejan la estructura de los atributos percibidos en el mundo"
(C 191),16 en otras palabras, de "estructuras del mundo
percibidas" (C 190) que condicionan lo que Rosch llama el
"complejo de las clasificaciones del lenguaje natural." (C 192)
Por el contrario la transferencia metafórica, con sus
"semejanzas negadas" y "asociaciones inusuales", implica vincular
atributos no correlacionados perceptivamente, lo cual coloca a la
metáfora más en el ámbito de la
imaginación que en el de la percepción o de la
descripción, lo que, por lo demás, no la disminuye
en su dignidad sino
que se la devuelve en la medida en que resalta el aspecto
propiamente estético como diferente del propiamente
epistémico.

Para concluir este breve trabajo queremos citar un, en nuestro
ambiente de
relativismo postmodernista, iluminador pasaje de Rosch:

Lo siguiente es una taxonomía del reino animal. Ha sido
atribuida a una antigua enciclopedia china titulada
El imperio celeste del conocimiento bienhechor:

"En sus remotas páginas está escrito que los
animales se dividen en (a) pertenecientes al Emperador, (b)
embalsamados, (c) amaestrados, (d) lechones, (e) sirenas, (f)
fabulosos, (g) perros sueltos, (h) incluidos en esta
clasificación, (i) que se agitan como locos, (j)
innumerables, (k) dibujados con un pincel finísimo de pelo
de camello, (l) etcétera, (m) que acaban de romper el
jarrón, (n) que de lejos parecen moscas" (Borges, Otras
inquisiciones).

En términos conceptuales, el aspecto más
interesante de esta clasificación es que no existe.
Ciertos tipos de clasificación pueden surgir en la
imaginación de los poetas, pero nunca han sido encontrados
en las clases prácticas o lingüísticas de
organismos o de los objetos artificiales utilizados por las
culturas del mundo, la categorización no debe ser
considerada como resultado arbitrario de un accidente
histórico, ni tampoco como algo caprichoso, sino
más bien como el resultado de principios
psicológicos (C 189)17

Si esto es así, entonces la "invención" o
"construcción de mundos" por medio de "etiquetas" a la que
se refiere Goodman no es conocimiento sino que pertenece
más bien a la esfera de la imaginación, eso
sí, basándose en el conocimiento del mundo que
tiene su origen en la percepción.

Bibliografía y abreviaturas

it = Brown, Curtis, "Internal Realisms: Transcendental
Idealism?", en Uehling, Th., Wettstein, H. K, Realism and
Antirealism, Midwest Studies in Philosophy, Volume XII,
University of Minnesota Press, Minneapolis, 1988.

is = Carrillo Canán, Alberto J. L., "Image versus Sign.
A Phenomenological Approach", en Glimpse, núm. 1,
California, 1999.

ig = Del mismo, "El concepto de interpretación en
Nelson Goodman. El caso de la representación", en M.
Beuchot, Tercera jornada de hermenéutica (en prensa).

ah = Del mismo, "Obra de arte, hermenéutica y educación. Para la
crítica
de Heidegger y
Gadamer", en Cuadernos pedagógicos, núm. 9,
Universidad de
Antioquía, Medellín, Colombia,
1999.

ad = Del mismo, "The Work of Art and the Presence of the
Divine", en Analecta Husserliana (en prensa).

wm = Gadamer, H.-G., Wahrheit und Methode (1960), C. B. Mohr,
Tubinga 1986.

la = Goodman, N., Languages of Art (1968), Hackett,
Indianápolis, 1976.

ww = Del mismo, Ways of Worldmaking (1978), Hackett,
Indianápolis, 1995.

s = Del mismo, "The Way the World Is" (1960), en McCormick, P.
J., Starmaking. Realism, Anti-Realism, and Irrealism, MIT,
Cambridge, 1996.

hw = Heidegger, M., Holzwege (1950), Klostermann, Frankfurt /
Main, 1980.

ge = Hempel, C., "Geometry and Empirical Science", en Newman,
J., The World of Mathematics, vol. 3, Simon and Schuster, New
York, 1956.

c = Rosch, E., "Principles of Categorization", en Margolis, E.
& Laurence, S., Concepts. Core Readings, MIT, Cambridge,
Mass., 1999.

NOTAS

1 Véase la bibliografía y la lista de
abreviaturas al final de este trabajo.

2 Sobre este problema véase AD y AH.

3 La abreviatura c. a. significa que las cursivas dentro de
una cita provienen del autor del texto citado.

4 Cualquier añadido entre corchetes es nuestro.

5 Para una discusión de esta tendencia goodmaniana
véanse IG e IS.

6 La denotación es entendida por Goodman en
términos enteramente tradicionales de la aplicación
de un predicado a un objeto; por supuesto, una descripción
consiste las más de las veces de la aplicación de
varios predicados al mismo objeto, es decir, de varias
denotaciones del mismo, por lo que la denotación es la
descripción elemental.

7 En la discusión actual hay una amplia variedad de
explicaciones acerca del pretendido papel cognoscitivo de la
metáfora, pero en lo que sigue nos limitaremos sólo
a la teoría goodmaniana.

8 En el caso más general esto también incluye la
percepción en términos sensorio motrices o
físico funcionales. (Cfr. C 190, 194)

9 En lo siguiente pasaremos por alto las precisiones técnicas y
nos limitaremos a esbozar la idea principal de este concepto.

10 No se trata de un predicado, sino de la forma visible de lo
que parece sostener a un animal contra el suelo; asimismo
en el caso de "tener pelo" o "tener escamas" tampoco se trata de
predicados sino de los estímulos perceptibles
correspondientes.

11 Cfr.: "A partir de todo lo que se ha dicho sobre la
naturaleza de
la clasificación básica, no resulta razonable
suponer que en la percepción del mundo los objetos sean
categorizados partiendo ya sea de niveles más concretos o
más abstractos. Dos estudios independientes acerca de la
verificación de imágenes
indican que, realmente, los objetos pueden ser vistos o
reconocidos como miembros de su categoría básica y
que es únicamente por medio de procesamientos adicionales
que pueden ser identificados como miembros de sus
categorías inferiores o superiores.

12 Compárese esto con la afirmación de Curtis
Brown: cuando desarrollamos un lenguaje no estamos
imponiéndole al mundo una organización sino
seleccionando para nuestro uso una de las organizaciones
del mundo". (IT 145-55)

13 Goodman tiene una acusada tendencia a nivelar
percepción y verbalización, como se puede ver en
las siguientes fórmulas: "world-descriptions and
world-depictions and world-perceptions" (WW 4); "way of seeing or
picturing or describing". (S 9)

14 Compárese con la concepción de Wittgenstein
en sus Philosophische Untersuchungen, según la cual un
término se puede utilizar metafóricamente
sólo si previamente se conoce su significado original o
primario.

15 Sobre esto véase GE 1638-44.

16 En esto estaría obrando, según Rosch, un
principio cognitivo, ya que los sistemas categoriales
tenderían a darnos un máximo de información con el menor esfuerzo cognitivo
posible , lo cual sólo se alcanza "si las
categorías cartografían la estructura del mundo
percibido de la manera más exacta posible". (C 190)

17 Compárese el escrupuloso sentido común con el
que Rosch hace uso de este pasaje de Borges con la desbocada
explotación relativista que del mismo hace Foucault al
principio de su obra Las palabras y las cosas.

Alberto Carrillo Canán es coordinador de la
maestría en Estética y Arte de la Facultad de
Filosofía y Letras de la BUAP.

Publicado en Elementos No. 40, Vol. 7, Diciembre – Febrero,
2001, Página 35

 

 

 

Autor:

Alberto J. L. Carrillo
Canán      

Website: www.carrillocanan.org

Partes: 1, 2
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